Al interior de una linda casa en un fraccionamiento, con las luces encendidas, anunciando que el ocaso comenzaba a caer, las risas de un par de pequeños hacían de melodía por los pasillos. Dos pares de pies pequeños corrían de un lado a otro cantando canciones que en la escuela habían aprendido y como si la llegada de las 8 pm. Fuera la mejor hora de todo el día, los pequeños vitoreaban rodeando la cocina, los sillones del living y el resto de habitación que estaban a disposición de su pequeña altura.
—Vamos papi, cuéntanos un cuento ¿siii?— La pequeña tomó entre sus tiernas manos la parte inferior del pescador de su papi. Eran una niña lindísima de ojos tan obscuros como los de su padre y cabellera de un suave castaño claro, su hermano de tan solo nueve meses mayor que ella era medianamente distinto, nació con lo ojos de su papi y la melena alborotada de su padre ¿Cómo podrían haber nacido tan bien combinados?
—¡Siii, papi cuéntanos un cuentooo!— Ahora el pequeño se colgó de la tela junto a su hermana
—Mis niños...— El mayor los miró con un gesto severo e imperturbable, los dos se mantuvieron estáticos, ya conocían a su papi, con el resto podría ser tan duro como la madera de un alcornoque pero con ellos jamás, la pequeña que respondía al nombre Nina, pegó su suave y regordeta mejilla contra la tela
—Porfis papi, ¡un cuento de amor!—
—¡No Nina, papi no va a contar un cuento de guerra!—
—Eso no es cierto, ayer te tocó a ti, hoy será un cuento de amor—
Nina y su hermano Judas se miraron ceñudos e iban a comenzar una rabieta pero papi fué más rápido y los tomó en brazos a ambos
—No tienen porqué discutir, ésta noche tienen suerte, el cuento que les voy a contar es romántica pero también hay guerra— Papi les sonrió, derritiendo su gesto en uno de genuino amor y ternura. Beso cada una de las mejillas y caminó con sus pequeños en brazos, en dirección a su habitación.
Entró y con lo que sus manos limitadas por el pequeño Judas moviéndose emocionado daban presionó el interruptor de la luz.
—¿Pero cómo puede haber guerra y romance a la vez?— Su papi le sonrió a la pequeña curiosa
—Casi siempre la vida es así cariño, es lo divertido del amor— Nina frunció el entrecejo consternada pero prefirió no preguntar más, dejó sin encambio que papi la arropara al igual que a Judas en la misma cama, y se sentará en el medio de los dos. Usualmente era así cuando papi los dormía con un cuento.
—Comenzamos hace muchos mucho años atr...—
—¡Espera espera!— Judas se salió apresurado de las cobijas y tomó su pequeño Baphomet de peluche, papi se lo regaló en su segundo cumpleaños y desde entonces era incapaz de dejarlo, se había convertido en su mejor amigo. Lo llevó tomado de una patita y de un salto volvió a entrar a la cama —Aayy Judas, con cuidadooo—
Estamos por fin acomodados, recargados sobre el regazo de papi y cubiertos con su manta, papi comenzó de nueva cuenta...
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Ocurrió poco más de 20 años atrás, las calles se habían convertido en pasillos repletos de ofertas que ofrecían mala vida por dónde les vieras, y aunque ésto era relativamente normal para nueva York a las 11 y media de la noche, para Peach Cadbury, la indecencia e inmundicia de todo y todos lo comenzaban a consumir y menguar su voluntad, sus ganas de seguir aquí, de respirar...
—¡Peach, mueve ése maldito trasero, tenemos ensayo!—
—Mmmghh— Gimió asqueado, la pestilencia a alcohol, vómito y sexo inundó sus fosas nasales y de golpe la oleada de recuerdos le atiborro la cabeza tanto que una punzada molesta y retorcida le tomó la sien. — Maldición Scott lárgate de aquí—
—¡Que te levantes!— "Scott" su amable primo de castaños rizos teñidos en brillantes luces violetas y amarillas le tomó el pie con toda la intención de jalarlo hasta la entrada de su pestilente suite.
—Ya ya ok ok, me levanto, ¡Suéltame!—
—No ahora aguántate hasta llegar con Bruce, te tienes que dar un baño, apestas—
—¿Y qué esperabas? Jajajaja es mi cumpleañosss~— Scott lo miró con un poco de pesar. Sabía qué tan hundido estaba su primo en ése hoyo... Porque de alguna manera él lo acompañaba, conocía toda ésa mierda. Se detuvo en cuanto pasó frente a la puerta indicada y con dos dedos temblorosos tocó.
—Bruce abre, soy yo— Uno, dos y tres segundo bastaron para que los recibiera un muchacho cuatro pulgadas más alto y mejillas hendidas, Bruce era la "mamá" de la banda, llevaba la maleta repleta de Aspirinas, jarabes y la indumentaria que la resaca, golpes de peleas o lo que sea que Peach, Scott o Amber llevarán encima, necesitara.
— Malditos demonios, Peach apestas, vamos, métete a bañar.— De un tirón en el brazo, la fuerte mano de Bruce levantó a Peach, una toalla y jabones le golpearon el rostro y en dos minutos estuvo bajo el chorro de agua fría de un baño que no conocía. Peach pegó un alarido de sorpresa.
Así solían ser las giras desde que la banda se comenzó a dar a conocer, con Peach como la voz y segunda guitarra, Scott guitarrista principal, Brucie en la batería y Amber de bajista. Y para tristeza de Amber y Bruce, los que permanecían ahogados en alcohol eran Scott y Peach.
—¿Qué fué lo que tomó anoche?— Desde la regadera, Peach escuchó al mayor preguntarle a su primo, podía apreciar las pastillas tocar como sonajero y un vaso llenándose con agua fría. Aunque parezca lo contrario, en realidad Peach odiaba estar así, sentir la peste de alcohol vomitado, olvidar por mucho la mayoría de sus recuerdos, pero era demasiado testarudo para aceptar que tenía un problema al igual que Scott.
—No lo sé... Cerveza... Vodka, llegó asjfjfkhhhhhhhh— Se estaba tallando el cuerpo con la dificultad que colgaba de sus adoloridos brazos, intentando concentrarse en la voz de Scott cuando sus oídos se nublaron y sintió como si fuera sumergido hasta el tope en agua. Los pulmones se le comenzaban a cerrar, se estaba ahogando..
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